Tres que se re-conocen uno. Que se entre-cruzan, se intuyen, se descubren, se separan e intentan… Y solo cuando son desbordados tejen “la trama de los nudos de encaje”, instalándose en un devenir que resignifica lo que encuentra a su paso más allá y más acá de las voluntades. Entonces el control muta en atención, entonces el acontecimiento escénico va cediendo su solenmidad dramática y su tensión inicial para ubicar al espectador en una grata e insospechada condición de superioridad ante los intérpretes.
Un abordaje humorístico de las instancias de producción y una mirada fresca de la in-comunicación y su más certero sentido: el de parodiar la planificación conciente en pos de las sorpresas creativas.
entre: La voluntad de poder, los bordes y la danza - Metodología por montaje para la composición escénica en Expresión Corporal dentro del contexto posmoderno - Licenciado Roberto Ariel Tamburrini
Utilizando como
marco teórico la noción de cuerpo que Deleuze desarrolla a partir de las ideas
de Nietzsche, donde el autor lo define como campo de fuerzas, un medio
nutritivo disputado por una pluralidad de fuerzas en tensión que entran en
relación de poder (Deleuze, 1971), he desarrollado el concepto entre.
El
mismo surge como una inquietud personal a partir de la problemática
metodológica de la composición en danza y más específicamente en Expresión
Corporal, dentro del contexto posmoderno.
Respecto
a dicho contexto en el campo artístico, existen variadas perspectivas de
diversos autores al respecto, entre los cuales me alineo con las
consideraciones de Esther Díaz, rescatando la noción de posestética:
“Denomino
posestética a la actividad artístico-cultural que se define con posterioridad a
lo moderna. (…) La modernidad era dialéctica, la posmodernidad es tensional.” [1]
Como
vemos, ya no se establecen vínculos dialécticos entre las partes sino que, dada
la complejidad que implica lo múltiple en los nuevos contextos, este período se
caracteriza por la convivencia tensional.
“Existe una pérdida de límites entre la obra y
el entorno. (…) La deconstrucción no pretende destruir las categorías
culturales ni la tradición. Intenta, en cambio, señalar y flexibilizar los
límites del sistema. Denunciar, por ejemplo, las escandalosas grietas de los
discursos considerados serios.” [2]
Aplicado a la experiencia artística de
carácter escénico, como es nuestro caso, se presentan nuevas posibilidades de
permeabilidad entre la obra y su entorno. Las convenciones escénicas
tradicionales son puestas en cuestión y con ello los discursos sólidos, mientras que los límites se vuelven flexibles. La
información ya no se instala como fundamento, sino se filtra por las grietas de
la incongruencia discursiva de la lógica cronológica. Ahora todo sentido se
construye inseparable de su contexto y la resignificación es una posibilidad
creativa más. La nueva concepción de obra hace difusos los bordes y emergen
múltiples zonas fronterizas dentro de la misma.
Nietzsche surge estableciendo una
bisagra entre el pensamiento moderno y el posmoderno. Pará él la historia es
compleja. Las partes, eventos, protagonistas y circunstancias son puestas en
relación azarosa. Pero este caos abismático, múltiple de casualidades obliga a
generar estrategias de construcción escénicas en nuestro caso ¿Y qué es lo que
según él mueve y da sentido a dichas estrategias? La voluntad de poder. Una
voluntad sin lógica representacional, donde se originan todos los fenómenos de
la naturaleza y humanos a la que le suma la idea de que esta voluntad lucha por
el poder. Ya
no un poder absoluto, estático, que establece una matriz piramidal; sino un
poder dinámico, en constante movimiento, donde las partes enunciadas entran en
tensión y delinean un devenir plural, incierto pero real, impredecible pero
concreto.
Aquí encontramos el arte como función
orgánica (Nietzsche, 1981) donde dos fuerzas cualesquiera, desiguales,
constituyen un cuerpo, un fenómeno múltiple de posibilidades escénicas a partir
del momento en que entran en relación.
Aplicado a la danza, dada la multiplicidad de
factores en tensión dentro de la obra, es cuando llegamos a los bordes, como
aquellas zonas fronterizas entre lenguajes, entre los artistas y el público,
entre la obra y su contexto, etc. Estos bordes implican un continuo transito
por zonas límites, un tránsito fino, a veces permeable, una cornisa donde se
tocan y articulan elementos diversos en convivencia tensional. El sentido no se
ubica en cada una de las partes, sino en el concepto presentado: entre, es decir, entre las partes
constitutyentes, una zona delgada, sinuosa y móvil, el borde.
Llevé este concepto a la improvisación y la composición en Expresión
Corporal y la danza en general. Luego de varios años de experimentación, diseñé
una metodología que consiste en primer lugar en la creación de módulos kinéticos,
en principio con carácter autónomo. Una vez que los bocetos compositivos de los
mismos están en proceso de boceto se los pone en relación simultánea y/o
sucesiva con otros a partir del montaje. Finalmente, desde las tensiones que se
producen entre los mismos, vamos construyendo relaciones, hilos conductores y
vínculos. Pero además, se revelan una serie de posibilidades compositivas entre
las partes constituyentes del todo que tienen voluntad propia, de manera que la
obra cobra vida por si misma más allá de la voluntad de los creadores, a partir
del azar, imprevistos, asociaciones libres, citas resignificadas, etc.
Por ello surge la metáfora cuerpobra, concibiendo a la obra como un
cuerpo que se construye pero asimismo se devela con voluntad propia. La unidad
de la obra se conforma poniendo en relación distintos motivos, secuencias,
textos, música, módulos, episodios, ideas, recursos técnicos, etc. que son
presentados azarosamente sin una relación explícita en un principio. Es ahí
donde dicho sentido se ubica entre los
fragmentos, donde se va descubriendo y haciendo explícito dicho vínculo que
considero preexistente pero que debemos develar durante el proceso creativo,
aglutinándolos sin por ello darles forma estrictamente cerrada, conformando
entonces una experiencia poética y estética recién con la puesta en escena en
presencia del público y el equipo técnico que terminan de delinear dicho
sentido.
“Se
produce así una deconstrucción del pensamiento desde el collage. (…) Se trata
de despojarlo de la devastadora adustez del espíritu de seriedad que, en la
modernidad, se confundió con el espíritu de solidez.
Actualmente, se desdibujan las fronteras entre
los distintos géneros (…) El posestructuralismo y la poscritica organizan
relatos reconstruyendo y recomponiendo discursos mediante el montaje y el
collage.” [3]
El
montaje es una técnica que proviene de las artes audiovisuales y que consiste
en escoger, ordenar y relacionar una selección de los planos a registrar, según
un objetivo y una dinámica determinada, a partir de la idea del director y sus
asistentes técnicos respectivos. Por su parte se llama collage a la
técnica artística que trabaja ensamblando elementos diversos en un todo
unificado. El término se aplica sobre todo a la pintura,
pero por extensión se puede referir a cualquier otra manifestación artística.
Caracteriza a las expresiones artísticas de
nuestro tiempo pegotear estilos, copiar fragmentos de otras obras y traspasar
los límites entre géneros. Ahora se aglutinan o expanden los espacios y aceptan
tiempos múltiples. Como diría la autora con sus propias palabras se constituye
así una especie de presente que remite al futuro desde el pasado.
“La
obra y el texto son mero acontecimiento. Desde esta concepción, lo que el arte
pierde en solemnidad, lo gana en ironía. Lo que pierde en concepto, lo gana en
sensualidad; lo que pierde en academicismo, lo gana en espontaneidad. (…) Un
arte que pone en tela de juicio cuáles son – hoy – los criterios de demarcación
(si es que existen) de la obra de arte. El edificio de la modernidad, o la gran
parte del mismo que aún persiste, sufre grietas y rajaduras. Pero la
posmodernidad no lo desecha, lo recicla. O bien se acomoda a él.” [4]
Sobre
el montaje como recurso metodológico en los trabajos de Pina Bausch también
encontramos elementos en común que coinciden con lo expuesto utilizado dentro
del lenguaje de la Danza. Podemos apreciar las fuentes de inspiración e
influencia diversas y las referencias a la multidimensionalidad:
“Los
principios de montaje de Pina Bausch no extraídos del teatro hablado ni de la
literatura, sino desarrollados a partir de tradiciones de dudosa reputación
como el ‘vaudeville’, ‘el music-hall’ y la ‘revista’, adquirían su realidad en
los incidentes y situaciones individuales, en el proceso, haciendo caso omiso
de cualquier dramaturgia convencional. En lugar de hacer cada detalle
absolutamente interpretable, los rasgos dominantes de sus obras hablan de una
multidimensionalidad y de una compleja simultaneidad de acciones que ofrecen un
amplio panorama de los fenómenos. Las obras no proclaman tener el tipo de
unidad en donde cada elemento puede ser cuestionado por su significado
individual en relación a una línea continua de una trama.” [5]
[2] Díaz, Esther (1999) Posmodernidad. Argentina. Editorial
Biblos
[4] Díaz, Esther (1999) Posmodernidad. Argentina. Editorial
Biblos
[5] Servos, Norbert y Schmidt,
Jochen (1984) Pina Baush Wuppertal Dance
Theater o el arte de
entrenar un pez dorado. Excursiones dentro de la Danza. Ballett-Bühnen-Verlag
Köin.
Traducción: Susana Tambutti
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